En Perú es muy conocido el Oso Ucumari, una especie de ojos “con anteojos” endémico de América del Sur. Esta criatura ha generado muchas leyendas y mitos entorno a él, en esta ocasión la leyenda del protector del bosque. Se dice que cuando una persona de buen corazón se encuentra con el Ucumari probablemente no suceda nada malo. Pero si en el corazón de la persona habita el miedo, la bestia se dará cuente. En ese caso, el animal gruñe con violencia y se pon de pie como una persona. De ser así, lo mejor es escapar antes de perder la vida.
La batalla del Oso Ucumari
Se cuenta que en una ocasión un campesino luchó cuerpo a cuerpo contra el Oso Ucumari. En aquella ocasión el hombre estaba rozando el campo, una técnica que consiste en quemar pastizales. Como el Ucumari se percató de lo sucedido, se manifestó ante el agricultor tratando de ahuyentarlo. Sin embargo, el granjero era muy valiente y no le tuvo miedo. Ante este hecho, el oso se irguió en dos patas para comenzar a luchar. Una violenta batalla dio lugar: el pobre hombre recibía poderosos zarpazos en su cara. Aunque estuvo a punto de morir, salvó su vida al pegarle con un garrote.
Después de recibir el garrotazo en la nariz, el Oso Ucumari escapó muy malherido. Probablemente ese agricultor conocía bien que la nariz de los osos es muy vulnerable. Así que la partió una vara en la zona, provocando una herida espantosa en el animal. Sólo de esta forma se pudo establecer una gran zona de cultivo. De lo contrario, si hubiera ganado el Ucumari, el bosque hoy sería más grande. Pero la deforestación avanza y no hay nadie que pueda hacerle frente al ser humano. Ni si quiera los guardianes del bosque como el Oso Ucumari.