No es extraño que el conejo sea el protagonista de varios mitos, pero en el Perú el mito del conejo es muy diferente. De acuerdo con las voces antiguas, un día como cualquier otro el zorro patrullaba el campo. Guiado por su olfato, levantó una roca y encontró al conejo. Este sujetaba con sus manos una aparente piedra. Como era de esperarse el zorro quiso comerlo, pero el conejo le propuso que mejor comiera unos quesillos. De este modo, los animales cambiaron lugares: el zorro cargaba la piedra y el conejo corría por los pastos.
Final inesperado en el mito del conejo
Después de un par de horas, el zorro no pudo cargar más la piedra la dejó caer. En este punto, el mito del conejo cuenta que la roca jamás cayó. En realidad era parte de la entrada a una cueva, esto enfureció al zorro sanguinario. Tras una larga búsqueda, el animal engañado dio con el conejo que ahora comía pasto. Una vez más, para evitar ser comido, el conejo dijo una mentira al depredador. Debido a que la luna se reflejaba en el agua, pudo asegurar que era un queso en el fondo del lago. Era necesario beber toda esa agua.
Como era de esperarse, el zorro no pudo tomar tanta agua y el conejo lo aprovechó. Ahora el mito del conejo toma un tono terrible. Cada vez que el zorro bebía el lago su cuerpo se hinchaba, incluso el agua comenzó a brotarle. Por su parte, el conejo fingía que bebía para que el depredador tomará más. Después de los primeros chorros de agua por la cola, el zorro terminó por estallar. Entonces, el conejo destripó al animal y le arrancó la tripa más gruesa. Con este pedazo de intestino el animalito hizo una flauta y se perdió en el bosque silbando.
Es ermoso