Leyenda de la vieja diabla

En algunas comunidades quechuas de Argentina todavía es conocida la leyenda de un par de hermanos extraviados en el monte. El menor, una hermosa niña, fue devorada por la vieja diabla.

Entre los pueblos indígenas que hoy habitan la región Centro-Norte de Argentina es conocida la leyenda la vieja diabla. No es extraño que en las comunidades más remotas los niños tengan que contribuir con las labores.

Una de las más comunes es la recolección de leña, puesto que son ágiles y no se fatigan pronto. Así que cierto día, un niño de más de 10 años en compañía de su hermana menor salió a recolectar madera. Sin embargo, era un día de mala suerte y sólo conseguían algunos palos y hojas secas. En su búsqueda los niños se alejaron de casa bastante.

A la vieja diabla le gustan los niños para comer

A mitad del monte comenzó a hacerse de noche, lejos de casa y sin leña. Pretendiendo ser fuerte, el hermano mayor no se dejaba dominar por el miedo. Luego de caminar un largo rato entre los árboles, vieron una lejana luz. Al acercarse un poco más notaron que era un pequeño ranchito, muy pobre. Cuando llamaron a la puerta, una vieja horrible los recibió.

Sin muchas preguntas, la mujer los dejó entrar, ofreciéndoles algo para cenar. Dicen que la mujer era la vieja diabla, quien gracias a la brujería hizo pasar a unos sapos y piedras como carne y pan.

Después de cenar, la anciana temible llevó a la hermana menor hacia su habitación. A ella le había gustado su aspecto rosado y regordete. Por otro lado, el niño dormía en el suelo en un rincón de la sala.

Sin embargo, a la mañana siguiente la hermanita no estaba por ningún lado. Para no ser descubierta, la bruja envió al chico a traer agua del pozo en una cubeta.

Así pues, cuando sacaba el agua una rana le dijo: ese cubo en realidad es la calavera de tu hermana. Esa vieja es bruja y se comió a tu hermana. Dicho esto, el niño escapó de la vieja diabla.

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