Según el mito de Vulcano, avergonzada de haber dado a luz a un hijo tan deforme, Juno lo precipitó en el mar, a fin de que siempre se quedara escondido en los abismos.
Fue, sin embargo, recogido por la hermosa Tetis y Furínome, hijas del Océano. Durante nueve años, rodeado de sus cuidados, vivió en una gruta profunda, ocupado en fabricar les pendientes, broches, collares, anillos y pulseras. Sin embargo, según señala el mito de Vulcano, éste se encontraba tan bien oculto que ni los dioses ni los hombres conocían su escondite, a no ser las dos divinidades que lo protegían.
Vulcano, conservando en el fondo del corazón un rencor contra su madre, por causa de esa maldición, un día decidió fabricar una silla de oro con una trampa, y la envió al cielo como un regalo para su madre. Juno, sin desconfiar al ver tan maravilloso regalo, la tomó y se sentó en ella. Inmediatamente quedó atrapada en ella; hasta que Baco embriagó a Vulcano y lo obligó a liberar a su madre.
Vulcano pierde una pierna
En otra versión del mito de Vulcano, Homero cuenta que fue el propio Júpiter quien precipitó a Hefestos (Vulcano) desde lo alto del cielo. En el día en que, para castigar a Juno por haber despertado una tormenta que debía hacer perecer a Hércules, Vulcano, por un sentimiento de compasión o piedad filial, socorrió a su madre. Pagó caro ese movimiento de bondad: ya que Júpiter lo agarró por los pies y lo expulsó del Olimpo.
Después de haber rodado todo el día en el aire, el desgraciado Vulcano cayó en la isla de Lemos, donde fue recogido y tratado por los habitantes. En esa terrible caída se rompió las dos piernas, y quedó cojo para siempre. Narra el mito de Vulcano que por la intervención de Baco, el dios fue de nuevo llamado al cielo, y recayó en las gracias de Júpiter, que lo hizo casarse con la más bella y la más infiel de todas las diosas, Venus, madre del Amor.
Muy malo