El ermitaño de ocaña

Un ermitaño vivía en las montañas, donde recibía la vista de los ángeles gracias a su piedad. Pero un día enloqueció de celos por un pecador y los demonios lo llevaron directo al infierno. Conoce todos los detalles en seguida.

el ermitaño de ocaña

El ermitaño de Ocaña es una leyenda originaria del Norte de Santander, en Colombia. Aunque no se sabe con exactitud el año en el que pasaron los hechos, se puede situar en la época Colonial. Se dice que el ermitaño llevaba por nombre Nicolás y vivía recluido en una cueva. Esta persona dedicaba todo el día a hacer oraciones, su mayor devoción era alabar a Dios. Como recompensa, los ángeles descendían todos los días hasta la cueva para llevarle alimentos. Según la leyenda, los seres celestiales llevaban el almuerzo en una bandeja de plata con incrustaciones de piedras preciosas. Ante semejante lujo, el anciano sólo tomaba el pan necesario.

El ermitaño de Ocaña es llevado al infierno

Cierto día, el ermitaño de Ocaña no recibió la vista de los ángeles, pues atendían otra petición divina. Sin embargo, al día siguiente descubrió que los seres divinos acudieron en ayuda de un viejo crápula del pueblo. Como dicho individuo se arrepintió en el momento de su muerte, Dios perdonó todo sus pecados. Por esta razón, fue acogido directamente en el páramo celeste. A pesar de la bondad de Nicolás, no toleró que Dios Padre recompensara a un pecador. Por lo tanto, el viejo entró cólera y el castigo divino no se hizo esperar. Un poderoso rayo le cayó en el acto.

Quienes vivían en el pueblo, dicen que el ermitaño de Ocaña fue llevado al infierno. Cuando el relámpago tocó la tierra, los demonios bajaron a través de la luz para llevárselo al fondo de las tinieblas. Mientras tanto, un rayo de fuego se quedó dibujado en el cielo. Así que los lugareños aseguran que el fantasma de Nicolás se aparece en las orillas del pueblo. Nadie sabe si busca venganza o sólo está arrepentido. Lo mejor es evitar caminar muy noche fuera del centro del poblado.

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