Mito de Cocijo

Después de que Pitao creó el mundo repartió responsabilidades entre los mejores dioses. Sin embargo, Cocijo no obtuvo ninguna hasta que fue disputado el rayo.

Mito de cocijo

Unos de los mitos más fascinantes de la cultura zapoteca es el mito de Cocijo, el dios del rayo. El relato comienza en los tiempos más antiguos, cuando el dios Pitao creó el mundo. Como parte de su benevolencia, el gran dios invitó al resto de deidades para participar. A Cociyo le otorgó la lluvia; a Xoo, la tierra; a Bée, el viento; a Cocobi, la cocecha; pero a Cocijo, ninguno. Esto se debe a que el gran Pitao lo consideró muy pequeño para otorgarle una responsabilidad tan grande. De tal modo, Cocijo tuvo que conformarse con ser una divinidad menor.

El mundo sin fuego

En el mito de Cocijo, a pesar de la grandeza del dios Pitao, los hombres de aquel tiempo pasaban las noches a oscuras. Como consecuencia, sufrían con el frío y eran temerosos de las fieras y de ellos mismos. En lo que refiere al día, si bien tenían el calor de sol debían comer los alimentos crudos. Así que en una ocasión los hombres crearon un gran cerro, lo más alto posible para acercarse a Pitao. Hecho esto, suplicaron al dios que les proporcionara el fuego. No obstante, la divinidad no lo concedió en el acto sino que convocó a los dioses menores. La condición era arrojarse a una hoguera.

Como era de esperarse, ninguno de los dioses tuvo el valor de arrojarse a las llamas. No obstante, Cocijo había preparado un plan. Este pidió a su hermano Cociyo (dios de la lluvia) que bañara su cuerpo. Después solicitó a Bée, el dios del viento, que levantara las flamas y así pudiera arrojarse. De este modo, el pequeño dios entró a la hoguera de donde surgió un estallido de luz. Inmediatamente el cielo rugió, había nacido el rayo y los hombres poseían el fuego. En honor al mito de Cocijo, los pobladores fundaron Monte Albán.

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